La despedida de Mappy supuso la vuelta, de nuevo, de la tristeza. Pero, un día muy cercano, regreso de la oficina y me encuentra de nuevo la jaula encima de la mesa del salón. Me dejó muy extrañado, pues Mappy ya no estaba entre nosotros. Me acerco y veo un pequeñito hamster rondando por ella. Era tan pequeño que parecía un roborowsky. De color crema, con una franja blanca. Tenía el aspecto de un pequeño osito panda, por eso le puse de nombre Teddy.
A mi hija se le había ocurrido que yo necesitaba seguir cuidando de una mascota, porque eso conseguía mantenerme animado y olvidarme de los problemas.
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